A lo largo de la evolución todos los seres vivos han tenido que adaptarse en mayor o menor medida a su entorno como condición clave para su supervivencia. El ser humano posee una gran capacidad de adaptación.
A nivel osteopático vamos a analizar la adaptación del medio interno de la persona, que no es otra cosa que sus mecanismos de autorregulación.
La continua adaptación comienza en el útero y no cesará hasta el último suspiro. Cada persona nace con una fuerza innata propia, inherente a su propio ser. Esta fuerza se plasma en la capacidad de autorregulación y autorreparación del propio ser, es la fuerza que permite mantener la homeostasis general. Podemos definir este concepto como la sabiduría biológica (inconsciente) que reina en nuestro organismo.
¿Cuál es el papel de la osteopatía? la osteopatía trata de estimular la fuerza innata de la persona para favorecer su capacidad de adaptación al medio y así regular su salud. Cuando el síntoma se presenta en la persona, es misión del osteópata valorarlo dentro de un marco global de salud y adaptación y por tanto de encontrar la lógica inicial que puede existir detrás del síntoma. Por esta razón, el osteópata es ante todo un impulsor de la salud.
Acompañar la salud, implica ser consciente de la complejidad del ser. Para el osteópata es fundamental observar a la persona desde su más profunda anatomía y fisiología, sin olvidar que los tejidos son influenciados por la energética, psicosomática y espiritualidad del propio ser.